17- Max Weber: Teoría de la Acción Social
Max Weber
Teoría de la Acción Social
Sin lugar a dudas, el alemán Max Weber (1864-1920) ha sido uno de los más lúcidos pensadores de la modernidad. A diferencia de Durkheim, Weber tiene una concepción centrada en el individuo y no en la sociedad.
No se puede aplicar una ley general o universal en el análisis sociológico, sino que la explicación parte de la sociedad como una realidad histórica con elementos particulares. Por lo tanto, Weber niega toda esencia o regularidad que explique la multiplicidad de fenómenos sociales.
Weber puso como centro de la sociología a la acción y no a los hechos, es decir introdujo la dimensión subjetiva de los actores sociales, sus intenciones y motivos. Su punto de partida es la comprensión de la cultura, que es la que les da sentido a las acciones humanas.
Weber piensa a la sociedad como una realización práctica de los actores. El concepto de acción es clave en la teoría weberiana.
La acción social
Weber considera a la sociedad como una trama de acciones individuales. Intenta interpretar la acción social, como una acción con sentido, ya que, aunque resulte obvio aclararlo, toda acción está dirigida hacia otros actores sociales, y tiene una direccionalidad.
Así pues, Weber entiende la sociedad como el resultado de acciones sociales realizadas por individuos y subjetivamente orientadas en relación a los otros. Es decir, que los individuos actúan con una intencionalidad.
En realidad, lo que le interesa a Weber es aproximarse a la motivación de las acciones de los múltiples individuos que actúan en una sociedad. Y para la comprensión de estas acciones sociales se vale de “tipos ideales”, que son una construcción teórica y abstracta, basada en los datos observables de la realidad.
Entonces, ¿cómo comprender el sentido de las acciones sociales? Según la relación entre medios y fines.
Weber distingue los siguientes tipos ideales de acción social:
n Tradicional (la acción que está dictada por los hábitos, las costumbres)
n Afectiva
n Racional con arreglo a fines
n Racional con arreglo a valores
Lo que predomina en el sistema capitalista es la acción racional con arreglo a fines, calculable, predecible. En resumen, es la acción paradigmática del mundo capitalista.
Esta racionalidad invade todos los niveles de la vida moderna. Está guiada por el máximo cálculo, la búsqueda de los medios más eficaces y la exclusión de los valores para alcanzar determinados fines.
La acción racional con arreglo a valores está definida por la adhesión a ciertos valores fundamentales, por encima de la importancia que pueda tener la consecución del fin. Sin embargo, Weber percibe que a medida que el capitalismo va avanzando, ya no se tiene en cuenta la adhesión a ciertos valores que antes podían ser considerados relevantes.
Relación entre Ética Religiosa y Fenómenos Económicos
En su obra La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo (1901) Weber intenta refutar al marxismo y su explicación materialista de la historia. Postula una serie de interrelaciones entre economía, religión, política y estratificación social, que no pueden explicarse desde un solo principio como por ejemplo el determinismo económico.
Para Weber, la religión configura “formas prácticas de conducta” que condicionan las acciones de los hombres y también repercuten, en gran medida, en la organización económica de las sociedades. El análisis específico del régimen capitalista moderno se sintetiza en una ética que subordina todo en la vida al éxito.
Las reglas de conducta y la ética económica del protestantismo fueron, para Weber, el marco espiritual propicio para el nacimiento del capitalismo moderno. El sistema ideológico de la Ética Protestante no se vincula a las “estructuras” del sistema capitalista, sino a su sistema de ideas, a su “espíritu”.
La Ética Protestante que incluye el calvinismo induce a los sujetos a trabajar para alcanzar la salvación. Así, se valora el ser laborioso, el aprovechamiento del tiempo, el aumento de la riqueza y el éxito económico, es decir el espíritu emprendedor y acumulativo. Según Weber, con el protestantismo el afán de lucro queda convertido en precepto divino. El representante típico de este paradigma sería Benjamin Franklin.
Esta Ética basada en la valoración del trabajo incesante tiene como consecuencia no buscada concientemente por los calvinistas, la formación del espíritu necesario para la expansión capitalista.
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