22- Karl Marx: la fuerza de trabajo y la lucha de clases
Karl Marx: la fuerza de trabajo y la lucha de clases
Karl Marx fundó parte de su teoría de las clases en base a su crítica a las ideas de los economistas clásicos Adam Smith y David Ricardo y a la teoría social de Saint-Simon. En su crítica a Saint-Simon desarrollada en El Manifiesto Comunista (1848) Marx distingue a las clases industriales en burgueses y proletarios como los principales antagonistas de la estructura social moderna.
Burgueses y
proletarios son las clases que se encuentran en lucha a partir de la creación
de la gran industria.
Los
proletarios o trabajadores asalariados se distinguen por:
-
No poseer medios de producción (propiedad de
la tierra o herramientas y maquinaria), por lo que están obligados a “buscar
trabajo” y conseguir un salario para subsistir.
-
Su concentración masiva en centros de producción
(fábricas).
-
Su labor como apéndice de la maquinaria moderna.
-
La igualación de sus condiciones de vida, trabajo
y salario.
A partir de
su concentración en la gran industria, el trabajador se encuentra alienado,
separado de su humanidad, porque no determina los fines de su trabajo, y está
separado de los medios de producción. Sin embargo, los proletarios tienen la
posibilidad de conformar una clase social en tanto se organizan para luchar
contra el capital en la fábrica, luego en su país por el poder político y en el
mundo por la fraternidad universal.
A partir de
este momento, los proletarios se transforman en una clase social que aspira a
ser la clase dominante de la sociedad. El objetivo de los comunistas del siglo
XIX era éste: transformar a los proletarios en clase dominante para construir
una nueva comunidad social.
Por otro
lado, el concepto de burguesía en Marx es radicalmente diferente al de
Saint-Simon. Por “burguesía” Marx entiende a todos los industriales propietarios,
los poseedores del capital. Lo que distingue al capitalista o burgués es su
capacidad de disponer del trabajo ajeno y no la forma que asuma su tenencia de
capital, ya que éste puede poseerse en estado material: tierra, herramientas, máquinas,
inmuebles, o en sumas importantes de dinero.
Posteriormente,
Marx se esforzó por comprender en su especificidad histórica las relaciones
sociales de su presente. Por ello criticó a los economistas, filósofos o sociólogos que pensaban a la sociedad actual y al hombre
moderno como el punto de llegada evolutivo de las sociedades anteriores (como
en la teoría social de Augusto Comte).
Estos
teóricos no entendían la especificidad de la sociedad actual, que rompía todo
lazo comunitario, porque necesitaba de personas aisladas, de individuos. Marx
llegó a la conclusión de que no existía un “hombre natural” o una “esencia
humana”, sino un “hombre históricamente determinado” por sus condiciones de
existencia sociales y culturales.
El
desarrollo del concepto “capital” está en el trabajo más conocido de Marx: El
Capital (1867).
En esta
obra, Marx distingue la sociedad moderna por la producción de mercancías como
forma general de la riqueza.
Los
proletarios aparecen como los portadores individuales de una mercancía: la
fuerza de trabajo. Los burgueses como propietarios del capital, y el capital
como la relación social que permite a éstos apropiarse de la mercancía fuerza
de trabajo de los obreros, pagando por ella un valor inferior al de los
productos que éstos fabrican durante su jornada de trabajo. Este excedente del
que se apropia el burgués se llama plusvalía.
Esta
conclusión llevó a Marx a plantear que la sociedad moderna se construye a
partir del antagonismo irreconciliable entre burgueses y proletarios, y que de
la lucha entre estas clases de la estructura social deviene el movimiento histórico.
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